martes, 14 de agosto de 2012

Sin humanidad no hay poesía

Sin humanidad no hay poesía



Oigan:
Amigos y detractores no tan amigos,
compoetas nacidos en este orbe,
compatriotas de aquí y de allá:
Andinos, caribeños, mesoamericanos, mesoasiáticos, africanos, europeos, oceánicos, mesomarcianos, selenitas
y venusienses.

Ludópatas pérdidos, consumados o inocentes.

Escuchas ilusionados,
invidentes errantes,
mensajeros olímpicos,
desocupados sin herencia,
algodoneros desplazados,
hipocráticos e hipotéticos,
hijos del más acá,
culebreros, merolicos,
cuenteros y hacedores de historias.

Poetas nuevos y antiguos,
     escritoras de mano amorosa,
        poetas de pluma fuente,
             jóvenes imberbes y seniles barbados,
humanos maduros, inmaduros y duros;
Vates locos y cuerdos bardos.

Amorosos, iconoclastas y culpables:
Soñadores de la calle nocturna y mirada extraviada,
albañiles de verdad y de las palabras,
latoneros y hojalateros de mentes auto-móviles,
carpinteros de versos,
fontaneros de poemas,           
jardineros de podas literarias,
guerrilleros y soldados de la vida,
ropavejeros ambulantes,
estacionarios en la primavera
o de otras estaciones primas,
colchoneros irredentos,
cartoneros desteñidos,
floristas y floreros de la mesa escrita,
tipógrafos sin trabajo y virtuales,
impresores digitales con tecla o manuscrito,
correctores de entuertos,
panaderos de la harina celestial,
cenadores de la luna llena,
amantes fugitivos,
putas solitarias sin remedio,
despechados y empechados,
hetairas de todos los lechos,
hacedores de ilusiones,
revolucionarios de todos los giros,
astro-físicos ilusionistas,
fisiculturistas de sílabas y rimas,
hombres y hembras,
sinónimos de atardeceres,
anónimos y famosos,
lobos oceánicos, terrenales y pluviales.

Presuntos inocentes,
condenados del planeta,
lectores americanos de Pablo Neruda,
                                    de César Vallejo, de Octavio Paz;
colombianos veedores
                de José Asunción Silva, Aurelio Arturo y Jorge Zalamea;
extranjeros admiradores de Borges, Mayakovski  y Brecht;
caribeños hijos de Nicolás Guillén y Alejo Capentier...

Poetas vivos y muertos,
De antaño, de hoy, del futuro,
herederos de Macondo.

Rebeldes irredentos:
maoitanos, cheistas, trotskistas,
Anarquistas y bakuninistas,
proletarios leninistas y marxistas.

Rockeros hijos de los Beatles,
rumberos entre libro y libro
o entre copa y copa,
futbolistas desocupados o goleados por la vida,
deportistas sin ínfulas,
salseros de toda estirpe,
violinistas pudorosos,
amorosos hacedores de humanidad,
bailaores y cumbiamberos,
melómanos ardientes,
caribeños rítmicos,
hermanos de la palabra:

Los convoco a cantar en coro: 
                             
¡Sin Poesía no hay humanidad!